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lunes, 8 de noviembre de 2010

Jill Clayburgh 1

- Las mujeres tenían muy poco que hacer en la pantalla durante las décadas 50 y 60.
Declaró Jill Clayburgh, actriz neoyorkina, en un reportaje previo al estreno de Una mujer descasada, An Unmarried Woman, de 1978, con la dirección de Paul Mazursky. Interpretando a una mujer que asume su realidad cuando su esposo la abandona por otra mujer, después de 16 años de matrimonio, ganó el premio a la mejor actriz en el Festival de Cannes. Cuando él vuelve, interesado en reiniciar el vínculo, ella no lo acepta. Eran tiempos del aerobismo, y en distintas secuencias de la cinta ella aparece corriendo, abrigada, antes y después de semejante conmoción en su vida. Todo un símbolo de su respeto por su cuerpo y por si misma, ella no abandona su actividad, cualesquiera sean las circunstancias.
Jill Clayburgh había llegado al cine luego de una fecunda trayectoria teatral en obras dramáticas y musicales. Actriz versátil y exitosa, abarcó desde comedias como El expreso de Chicago, a dramas, como La luna, de Bernardo Bertolucci, pero es su papel en Una mujer descasada el que se considera mejor la define y marca su línea interpretativa. De apariencia delicada, elegante y un tanto frágil, interpretó en su carrera a mujeres que sacan fuerzas de debilidades. Ante diversos trances de su vida – entre ellos los primeros síntomas de la enfermedad crónica que condicionó de ahí en más su carrera- se reinventó en la TV, apareciendo en series de éxito, Dirty Sexy Money, The Practice, Nip/Tuck, siendo su papel más recordado el de madre de Calista Flockhart en Ally McBeal.
En lo personal, superó el fracaso de una relación amorosa de cinco años con Al Pacino. Luego de enfrentar por más de dos décadas un cuadro de leucemia crónica, falleció anteayer en su casa, acompañada por su esposo, David Rabe -con quien se casó en 1979- y sus hijos.

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