Diversos medios anotician acerca de un estudio realizado en Finlandia en el que participaron 595 padres y madres y sus 515 hijos de edad promedio de 15 años, que cursaban estudios en nueve escuelas de enseñanza media en dos ciudades de clase media y en su mayoría pertenecientes a una familia tipo. Este estudio forma parte del proyecto FinEdu.
En los alumnos se midieron características tales como sensación de agotamiento ante las exigencias escolares, desapego, actitudes negativas hacia la escuela y sensación de no conseguir ubicarse como alumno.
El agotamiento como punto de partida deriva en una actitud cínica, definida como actitud negativa, hacia la escuela. Posteriormente quienes padecen este burn out escolar, se distancian del colegio, que ha perdido importancia para ellos.
En los cuestionarios respondidos por padres e hijos se detectó una abrumadora correlación de 0,88 - 88% de coincidencias-, que daba cuenta de la influencia de las experiencias laborales negativas de los padres sobre la familia, en especial sobre los hijos. Se ha entendido que el burn out va en detrimento de la calidad de vida de quien lo padece primariamente, lo que limita a los padres en cuanto a atender las demandas de sus hijos, proporcionarles la calidez emocional que necesitan y señalarles los límites que necesitan para crecer.
Otro hallazgo importante de este estudio ha sido que las experiencias de burn out eran compartidas particularmente entre padres e hijos del mismo sexo y que asimismo el nivel de agotamiento era parejo entre padres e hijos, sobre todo del mismo sexo.
Katariina Salmela-Aro -directora de Investigación del Colegio de Estudios Avanzados de
Entre sus conclusiones, los investigadores recomiendan que se incluya a padres, maestros y condiscípulos al diseñar programas de prevención del burn out escolar.
Esta conclusión es particularmente valiosa, en tanto alienta a tomar en consideración el impulso de sanar de quienes padecen esas extensiones del burn out.
Las noticias agregan una recomendación final, enunciada de distintas maneras en los distintos medios, que no aparece directamente vinculada al estudio. Apuntan a señalar a los padres los efectos de extender el stress laboral a la familia y exhortan a dejar de lado los problemas laborales antes de regresar al hogar. Este consejo presupone una actitud decidida de trasladar el conflicto a la familia y peca de cierta ingenuidad. Desatiende a todos los padres que portan las consecuencias de su burn out, situación que no depende de su voluntad. Resultará más acertado indicar que se orienten a hablar, compartir y buscar soluciones efectivas.
Nathan Ward Ackerman, en su desempeño como psicoterapeuta infantil vislumbró el peso de la dinámica familiar en la patología de sus jóvenes pacientes y en base a estas observaciones desarrolló su sistema de terapia. En cuanto a las consecuencias de los conflictos que afectan a la familia, hizo la siguiente descripción, ordenada por su posición jerárquica en cuanto a la salud mental que revelaban.
Los conflictos,
- Se solucionan
- Se sobrellevan
- Se actúan
- O la familia se disgrega
- O mueren uno o más de sus miembros.
El modo de respuesta ubicado en tercer lugar, actuar el conflicto, con el establecimiento de roles consecuentes para los miembros de la familia, se relaciona con el fenómeno referido en este estudio sobre la circulación del burn out entre padres e hijos que estamos comentando.
Por su parte, Norman L. Paul, en su labor como psicoterapeuta de familias, extendió las observaciones clínicas y las hipótesis de trabajo de Sigmund Freud sobre la represión. Comprobó que al hablar –en ciertas condiciones precisas- de un suceso del pasado que ha estado oculto para la familia, se origina una abreacción emocional y afectiva y las manifestaciones patológicas desaparecen. Asimismo, el concepto de abreacción fue expuesto por Freud en 1893.
Paul fue el primer terapeuta familiar que destacó la importancia de las pérdidas, las muertes y los duelos como fuerzas siempre presentes en la vida familiar y comprobó que los duelos inconclusos provocan, incluso años después de la pérdida que los originó, síntomas psíquicos e interpersonales, aparentemente desvinculados de ella para el observador desprevenido.
La mejor recomendación final que se puede hacer con respecto al burn out laboral y sus consecuencias sobre la familia y sus hijos es la de poner en juego un planteo sincero, con información pertinente, sin alarmas ni desesperanzas alarmistas, ni expectativas infundadas, más bien orientado a las estrategias antistress que convengan a todos los miembros de la familia.
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