III/III A Solas y en vilo a la medianoche

III/III A Solas y en vilo a la medianoche

En el tímido año de 1984, recién nacida la democracia, Hugo Guerrero Marthineitz presentó A Solas, un programa televisivo original y único. Una mesa, dos sillas, un fondo azul, un entrevistado y él, conversando. Atrajo a la platea, inauguró un espacio, reinó en él y nadie tomó la posta.

En una de las emisiones, estaba con una cantante, le preguntó por la relación de los rockeros con las drogas. Sacó de sus carriles a la entrevistada, que reaccionó airada, Hugo  fue llevando el diálogo con paciencia al punto en que le preguntó en qué programa tendría ocasión de dar su parecer, opinión y vivencias sobre esa presunción y sobre la acusación en boga. El diálogo fue para otro lado y descubrió para nosotros la vitalidad, compromiso y sensibilidad de Celeste Carballo.

Siguieron otras entrevistas, con diálogos comprometidos y plenos de humanidad – lo que llamamos habitualmente, verdaderos- y siempre sorprendía descubrir la cantidad de gente que trasnochaba para escucharlos.