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lunes, 14 de enero de 2013

José Ingenieros, 1877-1925, recordado hoy por su aporte sobre la risa

José Ingenieros, 1877-1925, recordado hoy por su aporte sobre la risa

Lanacionline publica una nota sobre José Ingenieros . Poco recordado un hombre de semejantes méritos, es para celebrar la publicación.

Algunos recuerdos de su obra, en esta ocasión.

Simulación de la locura, publicada como libro en Buenos Aires, 1903, la tesis doctoral de José Ingenieros en la carrera de medicina, premiada por la Academia de Medicina de París y ganadora de la Medalla de Oro de la Academia Nacional de Medicina de Buenos Aires, fue su carta de presentación como científico descollante. 

 Durante décadas, Simulación de la locura fue el libro señero de la psiquiatría argentina.

Prontamente obtuvo un importante puesto en la Cátedra de Neurología de Ramos Mejía y también pasó a desempeñarse en el Servicio de Observación de Alienados de la Policía de la Capital. Tenía entonces 23 años y ya era un destacado psiquiatra, sociólogo y criminalista.

En 1908 ganó la Cátedra de Psicología Experimental en la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Buenos Aires. Ese año fundó la Sociedad de Psicología. Dirigió su periódico bimestral, Seminario de Filosofía.

Durante la Reforma Universitaria iniciada en 1918 fue elegido Vicedecano de la Facultad de Filosofía y Letras, con amplio apoyo del movimiento estudiantil.

Su ensayo El Hombre Mediocre fue parte de la formación de generaciones de argentinos libres. 

En sus múltiples actividades demostró capacidad notoria, siendo considerado un intelectual de peso, y en su vida unió su pasión por la ciencia con su elevada ética social.

Hice una carrera universitaria en Filosofía y Letras. Sus libros y su vida no formaban parte de ningún material de estudio. Una sola vez lo citó Mauricio Knobel, precisamente por el olvido de un hombre de tales méritos -con una obra fundamental en esta Facultad de la Universidad Nacional de Buenos Aires-, con la intención de reivindicar su memoria, propuesta que no tuvo eco.

Hasta donde sé, en cuanto a su proverbial verbo, agradeció a su padre que lo llevaba a los mítines políticos, obreros, sindicalistas, desde que tenía 4 años.  

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