Ayer escuchamos radio. En Hoy domingo comentan, centrándose en dos preguntas, la nota publicada en un diario sobre parejas,
- ¿elegiría su misma pareja nuevamente?
- ¿qué cambios querría de la persona que está a su lado?
Y abren la comunicación –teléfono, SMS, mails- con el público.
Hoy prefiero comentar una situación de las rupturas de pareja que reflejé en CONSTRUCCIÓN DEL AMOR Acerca de relaciones duraderas,
Una de las peores situaciones se da cuando instalada la escalada de desencuentros, la progresión de hostilidad, instalado el combate por intereses, siendo que
- te hago tal cosa porque me hiciste tal otra,
uno de los dos componentes de la pareja sale de la situación que armaron entre ambos. El otro no termina de entender qué ocurrió.
Otra versión del jibarismo. Es que no sólo se trata de llegar a algún punto, no es que apenas se pretenda ganar algo, no se busca llegar a una frontera, no es el empeño de trasponer un límite.
Vale dejar al otro de seña, su cabeza reducida a entender qué pasó, por qué se terminó la partida si ambos estaban de acuerdo muy profundamente, más allá de la violencia diaria, de los insultos usuales, de las ofensas cotidianas, de las sevicias habituales.
Es que parte del desamparo a atravesar en la construcción del propio ser es encontrar un amor más profundo que los desencuentros cotidianos, un amor más hondo que las agresiones constantes, que el vínculo construido resulte tan fuerte que se sostiene allende gestos de cariño, cuidados, respeto. Porque antes de ese amor, el desamparo es total.
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