Estuvo en tantos momentos de mi vida. Comenzando a estudiar en la universidad, era la década del 60, ya la conocía, pero cobró otra dimensión, las condiscípulas que tenían hijos, más que cantarlas, vivían sus canciones. Esa riqueza de ingenio y simpatía, contagiosas, la ilusión concretada de enriquecer a nuestros hijos con sonrisas y chispa.
Entonar sus poesías musicales era alegrarnos y convidarnos a la lucidez. Después vi a los niños descubriendo otros sentidos en las palabras, otra libertad para hablar, pensar y jugar.
Una noche recorriendo las librerías de Corrientes, encontré una hermosa edición de Hecho a mano. No dormí esa madrugada, deleitado con la lectura.
En 1989, pacientes y profesionales de distintos hospitales psiquiátricos de todo nuestro país se reunieron en Buenos Aires, ofreciendo un espectáculo artístico en el Cervantes –Teatro Nacional Cervantes-. En uno de los números, el coro de pacientes internas del Hospital Dr. Alejandro Korn, de Melchor Romero, La Plata, cantaban una versión teatralizada de Manuelita, en cuanto al público, acompañábamos con palmas y voces.
En 2008 Gerardo Sofovich estrenó el espectáculo homenaje Varieté para Maria Elena, con Aníbal Pachano, Marixa Balli, Eunice Castro, el mago Adrián Guerra, el humorista Toti Filiberto, la transformista Barby y acróbatas, malabaristas, cantantes, payasos.
En septiembre del año pasado, en el hall del San Martín –Teatro General San Martín-, un sábado a la tarde ofrecían un espectáculo grupal con sus canciones. Chicos y grandes cantábamos, nos movíamos acompasados, nos divertíamos y nos emocionábamos.
No fue la última vez, aparece en mi presente cada vez que, agradecido, entono sus canciones. Son parte de nuestra vida.
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