Hoy en El club de la tarde el panel comenta unas notas sobre la meditación, aparecidas recientemente en todos los medios. Lanzada al aire su inquietud, desde una posición de averiguación ingenua y desafiante, hacen notas a expertos y reciben mensajes –telefónicos, mails, SMS- del público oyente y desde el vamos se perfilan dos posiciones típicas. Los entrevistados que aportan conocimientos y tratan de explicar, y el público que en su mayoría aporta su propia experiencia vivida.
En el discurso de los exponentes, hay una constante, se apunta a los beneficios que apareja la meditación, obvio y velado argumento que se presume atrae público a la propia posición sobre el tema y al género de meditación que se practica.
Salud, paz interior, incluso una de las notas que leí esta semana habla de beneficios en el trabajo, por lo que las empresas abrieron un espacio de meditación para algunos sectores de su personal. Y los beneficios enumerados siguen.
Conozco diversas y variadas formas de meditación. Nombro aquí algunas de ellas, tal vez orienten a alguien en su camino. En un acercamiento cándido, buscando una referencia para el público inexperto, agrego una descripción vivencial.
Las meditaciones cristianas. Su difusión creció en los últimos tiempos. Para describirla brevemente, es la oración en silencio o musitada que practican los creyentes.
La meditación de la mente vacía. Otro de sus nombres es meditación del cuenco vacío. Propia del budismo zen.
Los cánticos hindúes. La palabra de estos himnos dice mucho y abre la mente y el corazón de quien los entona, cantándolos durante horas, el propio estado es otro, y se expresa más.
Para terminar, unas palabras de Willigis Jäger, monje benedictino y maestro zen, alemán, contemporáneo, nos recuerdan nuestra humildad,
- el Dahrma no necesita defensa.
Menos críptica para no curiosos, una de sus respuestas en un reportaje periodístico, cuando le preguntaron,
- ¿Es compatible la espiritualidad oriental con el credo católico?
- Existe una espiritualidad transconfesional y a ésa me dedico. Pero eso no significa que yo tenga que dejar la confesión católica. El teólogo Rahner decía que el siglo XXI, o es místico, o no será nada. Yo también creo eso, porque, o bien hacemos experiencias en el espacio transpersonal, o no vamos a poder sobrevivir como especie humana.
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