Botineras llegó a su fin y en el último capítulo Roberto Carnaghi y Rita Cortese animaron una historia de amor inesperada, grata y tierna.
Partieron de una hostilidad marcada que venía del pasado de ambos. Cuentas pendientes que reclamaban saldarse. En esta ficción, Humberto Arregui (Roberto Carnaghi) había sido un policía duro que apenas presentó algunos gestos de ternura hacia Laura Posse (Romina Gaetani) quien, después se supo, era su hija, conocimiento y factura que le pasa la comisario Emma Riganti (Rita Cortese), con motivos fundados apodada El Taladro.
La hostilidad de ambos va tiñéndose de reconocimientos mutuos, deslizándose paso a paso de enemigos odiosos a amables adversarios. Con miradas cómplices, gestos mínimos, palabras privadas entre ambos, y una última borrachera en este epílogo, terminan durmiendo juntos y sin ropa, y dormidos intercambian abrazos de afecto y de protección, referencia obvia al buen amor que los animó despiertos.
Instalaron el amor cuerpo a cuerpo en una etapa de la vida que no tiene representación en el imaginario social ni en la televisión.
Para agradecer desde el público de todas las edades.
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