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lunes, 13 de agosto de 2012

Sufrió un ACV y lo desahuciaron pero se recuperó


Sufrió un ACV y lo desahuciaron pero se recuperó


Richard Marsh sufrió un ACV (Accidente Cerebro Vascular) en mayo de 2009, cuatro meses después, salió de la terapia intensiva caminando por sus medios. Al día de hoy ha recuperado 95% de sus funciones, va al gimnasio todos los días, cocina para su familia y el mes pasado se compró una bicicleta, que usa en la zona de Napa Valley, California, donde vive.
Llora cuando recuerda el momento en que su esposa contestó a los médicos que no podían desconectar su respirador cuando le dijeron que él tenía un 2% de chances de supervivencia y que si sobrevivía iba a ser un vegetal. Los médicos entendían que estaba en estado vegetativo permanente, desprovisto de consciencia y de toda sensación física. Pero Richard Marsh estaba consciente, alerta y tenía sensaciones a pesar de sufrir parálisis de casi todos los músculos.
Tres días después de su ACV, un médico lo miró y se aventuró
-    creo que todavía puede estar ahí, y descubrió que Richard podía comunicarse a través del parpadeo de sus ojos.
Richard Marsh nos da su evaluación, imperdible,
-    Todo lo que pude hacer cuando me desperté en la terapia intensiva fue parpadear. Me habían conectado a un respirador y tenía tubos y cables en todas las partes de mi cuerpo, además del tubo en mi garganta. Mi cerebro me protegió: no me dejó captar la seriedad de la situación. Es curioso, pero en ningún momento sentí miedo. Sabía que mi capacidad cognitiva estaba en un 100%. Podía pensar y escuchar a las personas, aunque podía hablar o moverme. Los médicos se paraban a los pies de mi cama y hablaban como si yo no estuviera en la habitación. Yo quería gritar ¡Todavía estoy aquí!  No saben por qué me recuperé, en primer lugar pues ignoran por qué sufrí el enclaustramiento. Muchos de los médicos y especialistas ni siquiera sabían qué era este síndrome Uno está a merced de otras personas para que lo cuiden y es terriblemente frustrante. Yo era totalmente consciente de cuanto ocurría a mi alrededor y sobre mi persona desde el primer momento. No pasé un solo día sin la visita de mi esposa o de mis hijos. Y cuando se iban me sentía solo. No era la soledad de extrañar personas, era la soledad de saber que no había nadie que supiera cómo comunicarse conmigo. El tiempo transcurre con tanta lentitud... Se arrastra. No sé cómo describirlo. Es casi como que el tiempo está detenido. Es un lugar terrible para estar, pero siempre hay esperanza.
(Extractado de una nota de THE GUARDIAN, citada por Clarín y múltiples sites de la web -Cerca de 4.560 resultados en Google-)


La noticia deja la sensación de que se salvó porque pudo parpadear. De no hacerlo, reforzaría la hipótesis de que no era posible recuperarlo, para lo que se había previsto un desenlace. Con su grito mudo ¡Todavía estoy aquí! asumió el registro incompleto de su humanidad. Los especialistas actúan con sus herramientas, experiencia y creatividad, y son una parte, otro tanto es lo que suma el paciente. La pregunta, sutil, es ¿cómo respetar a quien no da señales?

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