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y reseña de la nota publicada en La Nación
PARÍS.- En los mismos
salones señoriales rodeados de esculturas y retratos con marcos
filigranados en los que hablaron algunos de los nombres que hicieron
historia en la ciencia mundial, como Descartes, Pascal, Pierre de
Fermat, Pasteur o Claude Bernard, cinco científicas brillantes llegadas
de cinco continentes expusieron ayer por la mañana sus investigaciones
en inmunología, neurobiología y ecología.
Fue durante una sesión especial de la Academia de
Ciencias francesa convocada para celebrar el talento y la dedicación de
mujeres sobresalientes que contribuyen al esfuerzo por entender el mundo
que nos rodea. Las protagonistas fueron las laureadas del Premio
L'Oréal-Unesco para Mujeres en la Ciencia, una distinción que desde hace
16 años otorga 100.000 dólares a una investigadora por continente
elegida entre cientos de postulaciones. Este año la ganadora por América
latina y el Caribe es la argentina Cecilia Bouzat, que ya había
recibido el premio nacional en 2007.Nacida y formada en Bahía Blanca, Bouzat hizo un posdoctorado en la Clínica Mayo y desde entonces conquistó un puesto de avanzada en la comprensión de los procesos moleculares que permiten la comunicación rápida entre neuronas, y entre neuronas y músculos.
A horas de recibir el reconocimiento, confiesa que cuando recibió la llamada que se lo comunicaba se quedó sin palabras. "Más allá del monto, lo que me emocionó es ser distinguida entre decenas de científicas de primer nivel", cuenta. Prueba de la seriedad con la que trabaja el jurado es que dos premiadas L'Oréal-Unesco más tarde ganaron el Nobel.
Desde la Universidad del Sur y el Instituto de Investigaciones Bioquímicas (Inibibb) del Conicet, en Bahía Blanca, Bouzat y su grupo estudian una familia de receptores para un neurotransmisor llamado acelticolina.
"Los receptores son proteínas que están ubicadas en la membrana celular", explica la científica, que está en esta ciudad con sus hijos, Mateo (futuro geólogo) y Camila (muy cerca de recibirse de bióloga), y con su marido, Damián Fabiani, que con frecuencia se hizo cargo del cuidado de los chicos cuando ella tenía que viajar.
"Cuando se la ve en detalle -continúa-, esta molécula es una maquinaria muy compleja; es realmente increíble cómo siendo tan chiquita puede hacer tantas cosas. Tiene que reconocer en forma específica un neurotransmisor, unirse a él, cambiar de forma para abrir un poro y permitir que los iones (partículas cargadas eléctricamente) atraviesen la membrana hacia el interior de la célula."
Es la base del diálogo eléctrico entre las neuronas o entre las neuronas y los músculos. Del buen funcionamiento de este mecanismo depende nuestra salud física y mental.
El subtipo de receptor que estudia Bouzat está involucrado en la cognición y la memoria, y disminuido o alterado en la esquizofrenia, y en enfermedades neurodegenerativas, como el Alzheimer, o autoinmunes, como la miastenia (un trastorno del movimiento que causa debilidad en los músculos voluntarios). "Estos receptores están en todo el sistema nervioso y son blanco de numerosos fármacos y de drogas de adicción, como la nicotina", detalla.
"En este momento tenemos un laboratorio dedicado a la electrofisiología y podemos medir corrientes eléctricas con una resolución que pocos laboratorios en el mundo alcanzan -explica-. Es un receptor muy difícil de estudiar y creo que logramos hacer una caracterización funcional muy importante: pudimos ver con gran precisión cómo se activa y se inactiva. Es decir, pusimos a punto técnicas que nos permiten ver qué tan rápido se abre y se cierra el poro con una resolución de hasta 10 microsegundos. Además, usando técnicas de ADN recombinante, generamos receptores mutados o quiméricos (mezclando una parte de uno y otra, de otro) y los utilizamos para entender [in vitro] cómo intervienen en su funcionamiento las distintas partecitas de este receptor. Lo expresamos en células de mamíferos que no lo tienen y medimos su funcionalidad mediante una técnica que nos permite ver cómo se abre y se cierra una única molécula."
"El trabajo de Cecilia es reconocido a nivel mundial -afirma la doctora Belén Elgoyhen, ella misma premiada por L'Oréal-Unesco y este año miembro del jurado, presidido por el premio Nobel alemán Günter Blobel-. Hace ciencia de gran calibre y en un lugar en el que los obstáculos son mayores."
"Es una gran científica -coincide Armando Parodi, del Instituto Leloir y también integrante del jurado-. Sobresalió de inmediato, simplemente porque es brillante."
Esta tarde, en la Sorbona, las cinco laureadas y quince becadas internacionales recibirán esta distinción que reconoce el particular aporte de la mujer en la ciencia.
Las ganadoras de las otras regiones
PARÍS (De una enviada especial).- "Este premio coincide con nuestro ADN, que es la ciencia y la innovación", dijo, durante la presentación de las actividades de la semana Jean-Paul Agon, presidente y CEO de L'Oréal. Como todos los años, las laureadas fueron elegidas por sus aportes sobresalientes en distintos campos de la investigación. Además de Cecilia Bouzat, serán distinguidas:Por Europa: la neurobióloga Brigitte Kieffer, directora del Institut de Génétique et de Biologie Moléculaire et Cellulaire de Francia. Estudia los mecanismos cerebrales involucrados en el dolor, la enfermedad mental y la adicción a las drogas. Por América del Norte: Laurie Glimcher, decana del Weill Cornell Medical College de Nueva York. Es una pionera mundial en el estudio de factores críticos para el control de la respuesta inmune. Por Asia
Pacífico: Kayo Inaba, investigadora de la Universidad de Kioto, en Japón. Realizó descubrimientos claves en la respuesta inmune frente a los virus, bacterias y células anormales. Y por África y los países árabes: Segenet Kelemu, del Centro Internacional de Fisiología y Ecología de los Insectos, en Nairobi. Investiga la forma en que los microorganismos que viven en simbiosis con plantas forrajeras pueden mejorar su capacidad para resistir la enfermedad y adaptarse a cambios ambientales..
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