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y reseña de la nota publicada en Epoca, de Corrientes
3 AÑOS DE DEVOCIÓN EN DOS RUEDAS
Unos 27 mil ciclistas cumplieron su promesa de fe
Bajo un sol agobiante, y tras pedalear 14 horas, con paradas cada 15 o 20 kilómetros para hidratarse y rezar, los fieles de distintas localidades misioneras, de Paraguay y de Brasil, hicieron su ingreso a la ciudad en una larga procesión que cubrió los 20 kilómetros que separan el acceso sobre la Ruta 12 con el santuario de la Virgen.
“Hemos tenido un viaje tranquilo. Fue una bendición que estuviera nublado y no tan caluroso durante la mayor parte del camino. En Itá Ibaté hicimos la parada para dormir, y volvimos a partir a la madrugada”, relató a época Carlos Chamorro, un misionero que participa de la peregrinación desde hace 28 años.
Escoltados por personal de Seguridad Vial y efectivos de Gendarmería, pudieron transitar su camino sin inconvenientes. Y luego de una oración en el acceso se encaminaron rumbo a la Basílica. Ya de a pie, y algunos todavía sobre sus bicicletas, rodearon la plaza Fray Luis Bolaños en procesión, en medio de aplausos de los itateños, que salieron a las veredas de sus casas para celebrar la llegada de los devotos ciclistas. Desde Puerto Rico, Iguazú, El Dorado, y también desde de Brasil y Paraguay, los fieles peregrinos se unieron en el viaje.
El grupo de la familia Zurdel encabezó la peregrinación, con remeras identificatorias que recuerdan a Silvia Zurdel, la esposa del iniciador de las bicicleteadas devotas, y que falleció hace poco más de tres meses. Celebrando a las mujeres que acompañaron la “pedaleada”, pidiendo vivas por el Papa, por la Virgen y por la Familia, ingresaron a la Basílica para recibir la bendición y acercarse a los pies de la Virgen Morena.
Los acordes chamameceros de “Peregrino de la esperanza” los recibió en la explanada del santuario.
“Cómo no voy a venir, desde el atajo y a pie; si un milagro pronto fue el favor que recibí”, sonaba desde los altoparlantes, y los ciclistas se colmaron de emoción.
Entre abrazos, lágrimas y felicitaciones mutuas, por haber cumplido un año más con su promesa peregrina, subieron las escalinatas, y en la puerta de acceso a la Basílica fueron recibidos con cálidas palabras y bendiciones por uno de los sacerdotes orionistas.
Poco a poco fueron ingresando, y más de uno hizo su camino hasta el altar de la Virgen de rodillas.
Cumpliendo promesas, haciendo pedidos y sobre todo con profunda gratitud, la multitud con bicicletas incluidas rodeó la nave central por los pasillos laterales.
Niños, jóvenes con sus padres, parejas y familias completas, incluyendo adultos mayores de 60 años, empujaron sus manubrios para transitar abrazados hasta los pies de la Virgen Morena.
Atrás quedaron la neblina que los vio partir el viernes por la madrugada desde Posadas. “Por suerte estuvo nublado y no hubo viento”, precisaron con detalles, ahora que habían logrado cumplir su promesa.
Los más chiquitos también hicieron partes del trayecto en triciclos, especialmente cuidados por los mayores. Las imágenes peregrinas de cada congregación ya descansaban en el atrio lateral, en el sitio en que se celebran habitualmente los bautismos.
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