El fin de semana pasado, Página 12 publicó una nota de Luciana De Mello que comenta el libro publicado sobre Vinicius, rescatando el papel de la síntesis en su creatividad. En el título de la nota -es uno de los versos de Soneto de fidelidad, del propio Vinicius-, el enlace a la nota completa.
Hace años estuve a cargo del cine debate de la Sociedad italiana Cristoforo Colombo de Quilmes. El título que elegí para la inauguración del ciclo fue Orfeo Negro. El guión de Vinicius, recrea su libro del mismo nombre. El mito de Grecia antigua, la novela, y el cine, tres veces el mismo drama, en tres versiones. En el aporte de Vinicius, en el carnaval de su presente, 1959, se encuentra, nuevo, eterno, admirable y deslumbrante, ese mismo y único drama de amor.
Que sea infinito mientras dure
Vinicius es el nombre del hombre y de su credo: la
síntesis. La mezcla, el cruce y en definitiva el sincretismo de lo
clásico y de lo popular, la tragedia y el carnaval, la vida disipada y
el rigor de la creación. La Antología sustancial de Vinicius de Moraes
que acaba de publicarse en Argentina en edición bilingüe es, al mismo
tiempo, muestrario, la condensación de esa síntesis y una celebración de
la vida, que es corta pero infinita mientras sucede.
Por Luciana De Mello
En
una de sus notas como crítico de arte, en la época en la que colaboraba
para la revista A Manhá, Vinicius escribió: “Picasso es como un cáncer
al revés, su arte múltiple y prolífico representa la afirmación de la
vida, porque ese gran Andaluz se reformula constantemente, hasta cuando
hace variaciones sobre un mismo tema. El cuadro para él es como un
abismo al que se tira de cabeza, y una vez poseído el cuadro lo repele
devolviéndolo al afuera. Porque Picasso es uno de los pocos artistas de
cualquier época al que el abismo teme. El abismo le teme a ese loco
saltimbanqui que se tira al vacío de la tela sin saber si va a volver –y
vuelve, siempre–. ¿De cuántos más de nuestro siglo se puede decir lo
mismo?”. Un artista frente a otro, en la operación de leer su obra –y
con lectura hablamos de observar, de escuchar, de dar sentido–,
encuentra lo que la obra encierra de sí mismo dentro de ella. Y no se
trata de un espejo o laberinto de vanidades, sino de entender sus
principios frente a otro, en el recorrido de quien sale a buscar las
preguntas necesarias. Vinicius de Moraes lee a Picasso y en ese
ejercicio piensa en su propia obra, el camino que ha elegido para sí, el
mismo que a los veinte años conjura en uno de sus primeros poemas
titulado “Velhice”. Ahí el yo lírico se proyecta “¡saturado de vejez”:
“El eterno viejo que nada es, nada vale, nada tuvo / el viejo cuyo único
valor es ser el cadáver de una juventud creadora”.
Antología sustancial. de poemas y canciones Vinicius de Moraes Edición bilingüe Adriana Hidalgo 394 páginas.
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