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viernes, 7 de noviembre de 2014

Crítica a la Descodificación biológica

de
http://esceptica.org/


Descodificación biológica

Hombre de Vitrubio con chorraditas energéticas
Lo malo de tener ojos es que de vez en cuando lees algunas cosas que te dan ganas de arrancártelos con un palillo usado.
El otro día, sin ir más lejos, estaba navegando tranquilamente por las noticias cuando veo este titular:
“Cada órgano dañado responde a un sentimiento”

Ostras, pensé. Esto va a estar bien. O no. La cuestión es que, ingenua de mí, pinché en el enlace y me encontré en La Vanguardia, un periódico de Cataluña.
Era una entrevista a un tal Christian Flèche, un prójimo al que presentaban, con total naturalidad, como el padre de la teoría de la descodificación biológica.
La mayoría de la gente, cuando oye algo del tipo de teoría de la descodificación biológica, se encoge de hombros, murmura un “ya no saben qué inventar”, y sigue leyendo la entrevista, con grave riesgo de hernia mental. Una, que es un poco rara, puso “teoría de la descodificación biológica” en Google, a ver qué salía. Luego os cuento lo que salió, aunque también os animo a chafarme el final de este artículo y verlo por vosotros mismos.
Pero, como supongo que haría la mayoría de los lectores de La Vanguardia, imaginemos que no recurrí a Google y seguí leyendo, así a pelo.
Y leo cosas como:
… mi hipótesis es que las enfermedades son una metáfora de las necesidades físicas y emocionales de nuestro cuerpo.
¿En serio? ¿Todas? Será que no lo he entendido bien. Pero el buen señor Flèche insiste:
Una persona que siempre tiene prisa puede desarrollar un nódulo en el tiroides, que envía más tiroxina y aumenta el metabolismo del cuerpo, eso la hará más rápida.
Vamos a ver, señor Lamarck, esto, que diga, Flèche. Desarrollar un nódulo en el tiroides puede hacerlo cualquiera. O más bien le puede pasar más o menos a cualquiera. Pero según su teoría, sólo las personas que siempre tienen prisa desarrollarían nódulos en el tiroides, ¿no? Y viceversa, claro: ninguna persona tranquila y cachazuda tendría por qué desarrollar nódulos en el tiroides, porque no habría “necesidad emocional” de hacerlo.
No sé a ustedes, pero a mí, esto me suena raro.
Pero va, seamos buenas, y pensemos que, con los nervios de la entrevista, el señor Flèche ha elegido un ejemplo poco afortunado. Seguro que enseguida lo aclara; sigamos leyendo:
El cerebro no distingue entre lo real o lo imaginario.
¿¡Perdone!? Debo haber leído mal.
El cerebro no distingue entre lo real o lo imaginario.
Pues no, no he leído mal. El señor Flèche sigue diciendo, para ilustrar esto, que cuando imaginas estar mordiendo un limón tienes la misma reacción fisiológica que cuando muerdes un limón de verdad.
Lo cual demuestra que es verdad: el cerebro, al menos el del señor Flèche, no distingue entre lo real o lo imaginario. Y si no, invito a quien esto lea que imagine su pie aplastado por un martillo. O imagine estar bebiendo cicuta. A ver qué pasa.
Para ahorraros dolores, os resumo que la descodificación biológica dice que somos una unidad compuesta de cuatro realidades: orgánica, cerebral, psíquica y (ya tardaba en aparecer) energética, y con esta premisa tan sumamente, um, confusa, pasa a enumerar una serie de correspondencias entre emociones y órganos que son a cuál mejor: ¿tiene usted problemas de epidermis? Eso son conflictos de separación. ¿O de vejiga? Conflictos de territorio, señora. ¿Problemas de esqueleto? Pues conflictos de desvalorización, lógicamente. Aunque en este punto mi abuela creo que hubiera matizado que más de desvalorización eran de descalcificación, pero bueeeno, lo dejo estar, que luego me llaman escéptica.
No sigo porque sería ocioso; Flèche se limita a usar una versión del pensamiento mágico para confundir salvajemente causas con efectos, demostrar que no tiene ni idea de fisiología ni de enfermedades, y contarse a sí mismo un cuento para dormir en el que el mundo se convierte en un lugar sencillo de poder de la mente sobre la materia y de soluciones simplonas para problemas complejos. En resumen, nada nuevo.
Ahora es cuando os digo que, si hubiérais buscado en Google “teoría de la descodificación biológica” os hubierais encontrado, primero, con el artículo que aquí os destripo. Y, segundo, con una más que excelente entrada de La Ciencia y sus Demonios, donde también aprenderán otras cositas interesantes sobre irracionalidad desbocada. Os invito a echarle un vistazo.
Pero antes de retirarme discretamente a ver si un conflicto de no poder tener cosas que quiero me afecta el colon, no puedo dejar de decir que, como suele ser habitual en el tratamiento periodístico de la pseudociencia, el artículo de La Vanguardia no contiene dosis alguna (ni siquiera homeopática) de escepticismo. Ni de sentido crítico. Ni de eso llamado “equidistancia” con que se defienden en general todos los que en algún artículo ponen en el mismo plano de validez la evolución y el creacionismo. No. Ima Sanchis, la escribidora del artículo, se limita a hacer preguntillas amables para animar al señor Flèche a decir tonterías cada vez más gordas y no muestra atisbo alguno de duda, incredulidad o siquiera sorpresa ante afirmaciones como las vertidas por este señor.
Pero eso sí, no falta el cuadrito adjunto haciendo publicidad no demasiado encubierta de los libros escritos por Christian Flèche, que supongo estará agradecidísimo a la falta de espíritu crítico de La Vanguardia.

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