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- Carlos Javier Regazzoni SUBSECRETARIO DE EDUCACION, GOBIERNO DE LA CIUDAD DE BUENOS AIRES
Existe una crisis en el sistema sanitario a nivel mundial debida a la escasez del recurso humano en enfermería.
La Argentina no es una excepción, con 100.000 enfermeros menos de los necesarios al día de hoy.
La falta de enfermeros tiene graves implicancias sobre la mortalidad de los pacientes internados. Numerosos estudios han reportado una relación directa entre mayor número de enfermeros y menor mortalidad hospitalaria.
En los Estados Unidos, por ejemplo, se observó que la mortalidad hospitalaria aumenta un 7% por cada paciente adicional asignado a un enfermero, por encima del número de 8. Otros estudios muestran que el aumento del número de enfermeros en la comunidad mejora las condiciones de salud de la misma.
El déficit de enfermeros es una de las principales debilidades del sistema sanitario argentino. Hay que sumarle su relación inversa con el número de médicos; en lugar de 4 médicos por enfermero deberíamos tener 5 enfermeros por médico.
Siendo consistentes con los datos de mortalidad, es razonable esperar que la seguridad del paciente internado y los resultados en salud del sistema mejoren ampliamente con la introducción de mayor número de personal calificado en enfermería.
La necesidad de aumentar los niveles de escolaridad de la mujer joven por un lado, y de ampliar sustancialmente la base de enfermeros por el otro, crea una oportunidad para el desarrollo de un programa dirigido a mujeres de 20 a 40 años con escolaridad incompleta y que conjugue finalización de estudios y tecnicatura en enfermería.
Un ciclo completo de 3 años cubrirá ambas necesidades de capacitación de la mujer. Permitiría incluir 200.000 mujeres en todo el país al sistema sanitario y afectaría positivamente un número parecido de hogares. De este modo el país aumentaría este recurso humano crítico en salud y el nivel de escolaridad medio de la mujer joven, hecho a su vez determinante del futuro de los argentinos de la década en curso.
La Argentina no es una excepción, con 100.000 enfermeros menos de los necesarios al día de hoy.
La falta de enfermeros tiene graves implicancias sobre la mortalidad de los pacientes internados. Numerosos estudios han reportado una relación directa entre mayor número de enfermeros y menor mortalidad hospitalaria.
En los Estados Unidos, por ejemplo, se observó que la mortalidad hospitalaria aumenta un 7% por cada paciente adicional asignado a un enfermero, por encima del número de 8. Otros estudios muestran que el aumento del número de enfermeros en la comunidad mejora las condiciones de salud de la misma.
El déficit de enfermeros es una de las principales debilidades del sistema sanitario argentino. Hay que sumarle su relación inversa con el número de médicos; en lugar de 4 médicos por enfermero deberíamos tener 5 enfermeros por médico.
Siendo consistentes con los datos de mortalidad, es razonable esperar que la seguridad del paciente internado y los resultados en salud del sistema mejoren ampliamente con la introducción de mayor número de personal calificado en enfermería.
La necesidad de aumentar los niveles de escolaridad de la mujer joven por un lado, y de ampliar sustancialmente la base de enfermeros por el otro, crea una oportunidad para el desarrollo de un programa dirigido a mujeres de 20 a 40 años con escolaridad incompleta y que conjugue finalización de estudios y tecnicatura en enfermería.
Un ciclo completo de 3 años cubrirá ambas necesidades de capacitación de la mujer. Permitiría incluir 200.000 mujeres en todo el país al sistema sanitario y afectaría positivamente un número parecido de hogares. De este modo el país aumentaría este recurso humano crítico en salud y el nivel de escolaridad medio de la mujer joven, hecho a su vez determinante del futuro de los argentinos de la década en curso.
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