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martes, 10 de junio de 2014

Cómo viven los porteños en cinco historias

de
La Nación

Buenos Aires, puertas adentro: cinco historias de cómo viven los porteños

Son casos testigo que reflejan los perfiles más habituales relevados en la Encuesta Anual de Hogares: una joven que reside sola, una pareja con un hijo, un matrimonio mayor, una jefa de hogar y una familia que vive en un departamento
Por   | LA NACION


Ellos son las caras detrás de las estadísticas: porteños cuyas realidades e historias son cuantificadas por los encuestadores para definir determinados perfiles de la población que habita la Capital. Personas con experiencias de vida y emociones que les van marcando el camino a seguir. Caminos que muchas veces coinciden y quedan sistematizados en los números fríos de la Encuesta Anual de Hogares (EAH), que todos los años realiza la Dirección de Estadística y Censos del gobierno porteño.
Una joven que vive sola desde hace catorce años, una pareja que no quiere tener más de un hijo, un matrimonio mayor de Caballito, una familia que vive en departamento y una mujer que mantiene cuatro hijos fueron entrevistados por LA NACION porque sus historias se ajustan a diferentes modelos de hogares descriptos en las estadísticas.
Según los resultados de la EAH 2013, difundidos hace un mes, en la ciudad se consolida la tendencia a la vida en soledad y las familias chicas, a la baja natalidad y al envejecimiento de la población.
En más de 60% de los hogares porteños viven una o dos personas: el 31,7% vive solo y el 29,7% lo hace con otra persona. Otro 16,6% de los hogares está formado por tres miembros, y sólo en 7 de cada 100 viven cinco o más individuos.
Como otra cara del mismo fenómeno, el 38,7% de las mujeres no tienen hijos; de las que sí, 29,3% tiene uno y el 39,9%, dos.
Al igual que en mediciones anteriores, en la ciudad hay más mujeres que hombres. Y se achica la diferencia entre las familias mantenidas por un hombre o una mujer: ya el 44,4% tiene una jefa de hogar como principal sostén del grupo.
La existencia de núcleos familiares cada vez más chicos también impacta en el tipo de vivienda que prefieren: 67,8% de la población habita en departamentos.
El 33,4 por ciento de los porteños ya cumplió 50 años o más. Los residentes mayores de 60 años tienen más presencia en las comunas 13 (Belgrano, Colegiales y Núñez) y 6 (Caballito).
A continuación, una selección de casos que ayudan a poner en perspectiva los rasgos estadísticos de los habitantes de la Capital.

78%

hogares pequeños
Esa porción de las familias tiene hasta tres miembros. En el 31,7% de los hogares vive una persona; en el 29,7%, dos; en el 16,6%, tres.

Con un hijo: "Le creamos lazos con sus primos y amigos"

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    Foto: LA NACION / Santiago Filipuzzi

    Gustavo Borrino se crió con tres hermanos y Mónica García, con uno. Pero la nueva familia que ambos crearon y sostienen en el barrio de Villa Pueyrredón es más reducida. Ellos, de 42 años, juntos desde 2006, tienen un solo hijo: Santiago, de 4 años. Y no planifican volver a ser padres. Como ellos, la mayoría de los porteños elige formar núcleos familiares pequeños; el 16,6% de los hogares de la Capital tiene tres miembros, mientras que el 29,3% de las mujeres tiene un único hijo. Gustavo, empleado de una empresa familiar, siempre barajó la idea de no tener más de un descendiente. Mónica, docente, en realidad quería tener más. Pero cuando Santiago nació prematuro, delicado de salud y muy demandante de cuidados, repetir la experiencia dejó de ser para ella algo atractivo. "Yo podría haber evaluado tener más. Pero luego de las complicaciones con Santi, no. Todo lo que pasa con él tiene para mí una carga emocional extra y por eso estoy tan convencido", dijo Borrino. En el caso de Mónica, que Santiago ya tenga casi cinco años y ella haya cruzado los 40 es la explicación para no querer tener otro hijo. "No me cierra que se quede solo cuando sea grande. Pero le estamos creando lazos por otros lados, con sus primos y amigos. Y él tampoco pide hermanitos", detalló.

A solas: "Soy libre de elegir sin ningún condicionamiento"

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    Foto: LA NACION / Maxie Amena

    Hace 14 años que Carolina González, que tiene 36 años, vive sola. Luego de una breve convivencia en pareja, fue consolidando su gusto por una cotidianeidad en la que su única compañía permanente son sus dos gatos, Timoteo y Alfonsina. "Me falta vivir un montón de otras cosas antes que tener un hijo. A una pareja no estoy cerrada, siempre que no implique dejar algo mío", describió Carolina. Las ventajas de la vida de a uno, que se registra en el 31,7% de los hogares porteños, son "la libertad, la no explicación y la posibilidad de elegir sin ningún condicionamiento hacia dónde ir", según la joven. Tras perder su trabajo de 15 años en una multinacional, Carolina -dice- podría haber elegido convivir con una amiga para ahorrar gastos, pero volvió a escoger la soledad en el departamento que alquila en Almagro. Su horizonte cercano guarda relación con su vocación y no con sus vínculos: "Me recibí de técnica en conservación de bienes culturales y estoy cursando para ser licenciada en restauración de obras de arte. Mi energía está encauzada en un proyecto de mosaiquismo (milmusas@gmail.com), el mosaico aplicado a pequeños objetos utilitarios, pero también a la decoración de ambientes", dijo.

En departamento: "El tema de la seguridad fue fundamental"

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    Foto: LA NACION / Maxie Amena

    Porque es seguro y porque eligieron un barrio que les permite acceder rápido a sus actividades laborales y recreativas, Federico Caeiro y su familia habitan, contentos, un departamento en Retiro. "Es antiguo y lo suficientemente amplio. Nos instalamos acá hace ocho años; previamente, durante el mismo lapso, vivimos en otro departamento de la zona con mi mujer. El problema de la seguridad fue fundamental en nuestra elección", dijo este emprendedor de 54 años, que solía trabajar para el Estado porteño. Caeiro y su esposa, Valeria, integran esa mayoría de 67,8% de los vecinos de la Capital que residen en departamentos. No sienten que sea perjudicial para su hijo de 8 años, apodado "Fico", crecer en este tipo de vivienda y no en una casa. "Le brindamos el deporte y el contacto con la naturaleza necesarios. Juega al rugby y, los fines de semana, tenemos la suerte de poder ir a una quinta", detalló el jefe familiar. Su perro, Jack, tampoco la pasa mal, pues disfruta de dos paseos diarios. De la vida bajo el régimen de propiedad horizontal, Federico lamentó las complicaciones que suelen surgir en un consorcio: "Ese aspecto no es agradable, es un dolor de cabeza. Pero son más las ventajas que las desventajas".

Jefa de hogar: "Hace cinco años que no tomo vacaciones"

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    Foto: LA NACION / Soledad Aznarez

    Con su emprendimiento Las Chúcaras, de confección de pliegos y prendas tejidos en telar de cuatro cuadros, Mónica Santos es el principal sostén de su hogar desde que se separó de su marido, hace 11 años. El alquiler de su departamento en Boedo, los servicios, los gastos en comida, estudio y otros rubros, tanto de ella como de sus cuatro hijos, corren por su cuenta. No se sorprende al escuchar que el 44,4% de las familias porteñas son mantenidas por una mujer. "Es habitual. Mi hermana, mi prima, amigas y otras conocidas también se hicieron cargo de sus hijos y de su casa", explicó. Mónica tiene 51 años, y si bien se siente satisfecha con los logros de su microemprendimiento, recordó las complicaciones de ser jefa de hogar. "Fue y es muy difícil. Tres de los cuatro chicos todavía viven conmigo. Pago $ 3000 de alquiler, $ 800 de expensas, el cable y los servicios, la tarjeta de crédito. Además, todo el peso de criar a los chicos, que se suele compartir entre dos mayores, recae exclusivamente sobre mí. Es un gran esfuerzo económico y emocional. Hace cinco años que no me tomo vacaciones", enumeró. Y confesó que jamás pensó, cuando era joven, que iba a terminar sola al frente de una familia. "Tengo ilusiones de poder volver a compartir mi vida con un hombre", concluyó.

Mayores de 60: "Vivimos la transformación de Caballito"

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    Foto: LA NACION / Silvana Colombo

    Marcelo Schapira y Ruth Nejter residen en Caballito hace más de 40 años. Llegaron cuando el edificio que habitan era el único existente en la cuadra de la calle Hortiguera, donde tienen domicilio. "Luego vimos construir cinco más. Y fuimos testigos de la transformación del barrio, que supo ser de casas bajas. Pero algunas cosas no las perdimos, como nuestro diariero", indicaron. Hoy, Marcelo y Ruth tienen 88 y 67 años, respectivamente; son apenas dos del 26,4% de vecinos mayores de 60 años que posee la comuna 6. Marcelo era dueño de una fábrica de pantalones, que finalmente cerró en 2003. Ahora está jubilado y una de sus pasiones es la lectura diaria de las ediciones de LA NACION y El País (de España) y asistir a conciertos en el Mozarteum. Ruth es eutonista y terapista corporal; trabaja con adolescentes en riesgo en el Servicio de Psicopatología del hospital Ricardo Gutiérrez y abrió también un estudio en Palermo. "Veo mucha gente grande por el barrio, es cierto, es un barrio caro que tal vez no cautive a gente joven", sostuvo Marcelo. Ruth estimó que, por la construcción de edificios para primera vivienda y la apertura de nuevas escuelas, se mudará más gente joven a la zona.

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